sábado, 19 de noviembre de 2011

¿A quién beneficia el sistema electoral en España? ¿Quiénes saldrán perjudicados?

Las claves del sistema electoral en España: Ley D'hondt, número de escaños, circunscripciones...

■ Aunque se crea lo contrario, el voto no vale igual en todas las circunscripciones.
■ Elegimos a 350 diputados que representan a 52 circunscripciónes, y el reparto de los parlamentarios se hace según la Ley Orgánica del Régimen Electoral General.
■ Nuestro país usa la ley D'hondt para calcular los escaños que corresponden a cada partido según sus votos.
■ Este sistema es poco beneficioso para partidos como IU o UPyD, como confirman los expertos.

El voto de los electores que acudan este domingo a las urnas no vale lo mismo en todas las circunscripciones y su traducción en escaños depende de varios factores.
El sistema electoral que rige las votaciones del 20-N tiene algunas claves que se explican a continuación.

¿A cuántos diputados elegimos?
El Congreso se compone de 350 diputados que representan a 52 circunscripciones. El reparto de diputados por circunscripción se hace según la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG).

Según esta norma, Ceuta y Melilla disponen de un diputado cada una, mientras que el resto de circunscripciones (provincias) tienen asignados dos diputados como mínimo y el resto se reparten según la población empadronada.

Esto hace que Madrid y Barcelona sean las circunscripciones con más diputados, 36 y 31, respectivamente, y Soria la provincia con menos, los dos mínimos.

¿Cuál es el sistema de elección en los comicios generales en España?
En España se utiliza la llamada ley D'hondt, que es un sistema de cálculo proporcional creado a finales del siglo XIX por el jurista belga Victor D'Hondt.

Además de España, lo utilizan muchos otros países como Argentina, Francia, Bélgica, Finlandia, Irlanda, Israel o Japón.

¿En qué consiste el sistema D'hondt y cómo se aplica en España?
Para empezar, en cada circunscripción se excluye primero a las candidaturas que no hayan obtenido, al menos, el 3 % de los votos válidos emitidos.

Con el resto de las candidaturas, se ordenan de mayor a menor, en una columna, las cifras de votos obtenidos. Se divide el número de votos obtenidos por cada candidatura por 1, 2, 3, etc., hasta un número igual al de escaños correspondientes a la circunscripción.

Los escaños se atribuyen a las candidaturas que obtengan los cocientes mayores, atendiendo a un orden decreciente.

Un ejemplo
Imaginemos que en una provincia se reparten cinco diputados y hay tres partidos que han conseguido más del 3% de los votos válidos emitidos.

Hay que dividir el número de votos que ha obtenido cada partido por 1, 2, 3, 4 y 5. Tendríamos así quince cocientes, y de todos ellos los que obtienen escaño son los cinco cocientes más altos.

Partido A: 80.000 VOTOS

Partido B: 65.000 VOTOS

Partido C: 23.000 VOTOS

PARTIDO VOTOS/1 VOTOS/2 VOTOS/3 VOTOS/4 VOTOS/5

A 80.000(1) 40.000(3) 26.666(5) 20.000 16.000

B 65.000(2) 32.500(4) 21.666 16.250 13.000

C 23.000 11.500 7.666 5.750 4.600

Los escaños se asignan por orden, según los cocientes, de mayor a menor, de forma que el primer diputado lo consigue el partido A (80.000), el segundo es para el B (65.000), el tercero vuelve a ser del A (40.000), el cuarto del B (32.500) y el quinto otra vez para el A (26.666). Mientras, el partido C se ha quedado fuera por muy poco.

¿Es justo este sistema? ¿A quién beneficia?
Según los expertos consultados, podría mejorarse, porque sin duda los beneficiados son los partidos mayoritarios y los perjudicados, los pequeños.

El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Barcelona Josep María Reniú entiende que este método fuera el elegido en su momento para garantizar gobiernos fuertes en la aún joven democracia española, pero ahora, insiste, no es el adecuado.

Asegura, por ejemplo, que da con facilidad mayorías absolutas y, aunque esto no pase, el partido ganador concentra el poder suficiente para no tener que necesitar mucho a los demás a la hora de sacar adelante iniciativas en el Congreso.

La profesora de Derecho Constitucional de la UNED María Acracia Núñez admite que el sistema no es perfecto pero es "menos malo" que otros como el proporcional directo, que se usa en Reino Unido, en el que sólo obtiene representación el que más votos tiene en cada circunscripción.

Reconoce, no obstante, que los grandes son los mejor parados de este sistema y señala a IU y a UPyD como los mayores perjudicados. Ambas formaciones, explica, concentran muchos votos en el conjunto del país, pero como los escaños se atribuyen por circunscripciones esos apoyos se dispersan. Por eso no consiguen en la mayoría de las provincias el porcentaje mínimo de representación para optar a un diputado.

Tampoco les benefician los votos en blanco, porque son considerados válidos para hallar el porcentaje mínimo del 3% y eso hace que después sean necesarios muchos más votos para cada escaño.

Mientras, otros partidos que concentran sus votos en pocas circunscripciones consiguen más representación pese a tener menos votos en el conjunto del país.

Otro ejemplo
En las elecciones de 2008, IU, que se presentó a los comicios en coalición con ICV, consiguió el 3,81% de los votos en el conjunto del país, pero solo obtuvo el escaño de Gaspar Llamazares por Madrid, además del de Joan Herrera por Barcelona en representación de ICV.

Mientras, ERC obtuvo el 1,14% de los votos en el conjunto del Estado, pero al conseguir porcentajes más elevados en las circunscripciones en las que se presentaba en Cataluña logró tres escaños (dos en Barcelona, con el 6,62%, y uno en Girona, con el 13,22% de los apoyos).

Provincias "infladas"
Además, el hecho de que se dé a cada provincia un mínimo de dos diputados hace que las menos pobladas estén sobrerrepresentadas, lo que tampoco ayuda, en opinión de los expertos, a mantener la proporcionalidad.

Así, si Barcelona tiene un censo electoral de 4.027.998 personas que eligen a 31 diputados, esta provincia tiene un representante en el Congreso por cada 129.255 electores, mientras que en Guadalajara, con tres escaños y un censo de 179.538 personas, hay un escaño por cada 25.648 electores.

Reniú explica que en 42 de las 52 circunscripciones hay nueve o menos diputados en juego, con una media de seis, y en muchas de ellas el escaso número hace que normalmente la tercera formación no tenga oportunidad de escaño.

Al final, según el profesor de la Universidad de Barcelona, este sistema lleva a que el Congreso esté siempre copado, en el entorno del 80%, por los dos partidos mayoritarios.

Los electores son cada vez más conscientes de esa situación y los grandes partidos se encargan de recordárselo con sus apelaciones al "voto útil" ante la evidencia de que votar a opciones minoritarias en muchas circunscripciones tiene escasa o nula repercusión en los resultados.

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